Estando allí recibí la visita de mi mejor amiga acompañada por sus dos hermanas. Ahora no entraré a valorar ese viaje, pero si usaré algunas anécdotas.
Esos días comprobé, se me había olvidado, que hay gente que se cierra con llave en sus casas por las noches, y que incluso en un pueblo asturiano se siente amenazada por "los malos". Al ser preguntado por si pensaba cerrar con llave o no, dudé.
En los últimos meses, la oleada de robos sufridos en remotos y pequeños pueblos de Cataluña, y la soledad de mi madre me ha hecho ser menos confiado y estar más interesado en los sistemas de seguridad.
Aquellos que me conoceis no os sorprenderá mi última experiencia con los sistemas de seguridad, me pregunto porque acabo siempre metido en aventuras nocturnas tan raras. En esta ocasión me sentí como en una película, pero una de esas que ves el sufrimiento de los protagonistas, y te vas estresando con ellos.
Los hechos empezaron a fraguarse la noche del Sábado, mientras disfrutabamos de una tardía, pero esquisita cena en Illetas, en Casa Federico. Mientras algunos de los asistentes decidían ir a dormir, yo me veía tentado por dos amigas (lo reconozco no se decirles que NO), y mi decisión arrastro al tal Federico, quién ya estaba pensando en la postura en la que se iba a lanzar sobre su cama.
02:00 a.m. Los cuatro dabamos vueltas al Paseo Marítimo de Palma de Mallorca con el coche de A, pues era imposible aparcar. Entonces como un ángel apareció el cochecito de Kika y Juan. Este último nos invitó a seguirle y aparcar en el parking de su recién estrenada casa en el mismísimo Paseo Marítimo.
Eramos unos afortunados, dejabamos el coche en un parking vigilado, cercano a nuestro destino y además gratuitamente. Las instrucciones para sacar el coche fueron confusas, incluso recibimos algunas advertencias, pero ya sabes, a las 2 de la mañana, cuando el coche no es tuyo, y con ganas de juerga, no se suele estar muy concentrado. Así que los cuatro pasajeros nos encargamos de sacar nuestras propias conclusiones.
- Localizamos el botón que abre la puerta del parking desde el interior.
- Nos aseguramos de que el guardia de seguridad estaría cuando fuesemos a por el coche.
5:00am Después de unas cuantas copichuelas, a precio de menú completo, y con la intención de despertarme a las 10:00am, comuniqué a mis acompañantes que yo ya tenía suficiente. Ese tipo de noticias no me gustan, pues suelen venir acompañadas de un enfado por parte de los que se quieren quedar, o simplemente cortas el rollo de la gente y se van contigo. Viva Houdini y sus seguidores!!! Este día en cuestión, las dos chicas se quisieron ir, y Fede decidió crear una nueva modalidad del mítico Houdini, pues lo hizo para quedarse cuando ya estabamos saliendo de la discoteca. Nunca dejarás de sorprenderme, insuperable.
Al salir a la calle, mi mente lúcida hizo que reaccionase felinamente al ver pasar a pocos metros el autobus nocturno, el que lleva a todos los borrachines a casa. A los pocos metros de que el bus empezase a moverse se inició un debate sobre la necesidad de ir a por las mochilas que las chicas tenían en el coche. Bajamos del autobus, 500m. después de haber subido.
Las dudas nos asaltaron, el horario del vigilante, la ubicación del famoso botón, como entrar en el parking sin despertar a nuestros amigos...
Al llegar al portal sale una chica (con pinta de azafata dormida) con muchas prisas con una maleta, y nos dice que no tiene tiempo para abrirnos pero que llamemos al 5º2ª. Así lo hicimos y contestó otra chica, con voz de azafata dormida, quién no dudó en abrirnos.
Tanto preocuparnos y ya estabamos dentro, así que fuimos hasta el coche, y cuando teniamos las mochilas a nuestro alcance, decidimos que ya que estabamos allí, el coche se iba con nosotros.
Mi nivel etílico era practicamente nulo, por lo que tome el control del vehículo y fuí hacia el famoso botoncito, justo al pie de la rampa de salida del parking.
"Click" y se encendieron todas y cada una de las luces del parking. En ese momento me cagué en varias generaciones de Federico, pero mientras las chicas hablaban en el coche empecé a investigar como abrir esa puerta.
Cuando ya tenía las manos suficientemente llenas de grasa, y ya había golpeado, estirado, forzado, todo tipo de cables, palancas, y demás componentes de la puerta, dedidí ir en busca del vigilante. No estaba en su cuartito, ni respondía a mis voces, cada vez más elevadas.
Tuve que rendirme a la evidencia, y regresé al coche con la esperanza de sentarme a esperar que alguien entrase o saliese de esa prisión automovilística.
Alrededor de las 6:00 con la más absoluta sensación de vergüenza, llamé por teléfono a los propietarios de la ocupada plaza de parking. Una vez superado el sobresalto, y pudieron entender lo que les explicaba intentaron ayudarnos. Al llevar poco tiempo allí, sirvieron de poco. Primero rompieron una llave en la cerradura de la puerta que daba acceso del ascensor al parking, y luego no supieron encontrar la manera de hacerme llegar el mando del parking.
Eso si, me informaron de que el vigilante debía estar allí, en alguna planta, para sorpresa mía había más de una, y más sorpresa tuve cuando comprobé que había más de dos, de tres, de cuatro, y no seguí bajando, me salía el hígado por la boca y no tenía voz de tanto gritar al maldito vigilante.
Al llamar a mi amigo para comunicarle que puede despedir a su vigilante de mi parte, sonó ese desesperante mensaje; "el móvil al que usted llama está apagado o fuera de cobertura". Esa es la versión más tecnológica del Houdini.
En fin, una vez más vuelvo al coche, donde aquellas dos todavía no habían conseguido acabar los temas de conversación, y estaban analizando las opciones.
De manera contundente, me acordé de las mochilas. Así que mochilas y amigas al hombro, nos fuimos. Ya vendremos a buscar el coche en otro momento del día.
Deshaciendo el camino que nos señalaron las dormidas azafatas, topamos con la mejor de las noticias. Las puertas desde el parking hacia adentro del edificio se abren con llave. Así que o encontraba una puerta abierta, mal cerrada, en alguna de las plantas o Houston!!, dormimos en el parking.
Volvimos al coche. Cuando empecé a oir el reparto de asientos del coche para dormir... salí corriendo del coche, desesperado, con varias ideas en la cabeza, o mejor dicho una idea "ROMPER ALGO", con infinidad de variables.
Cuando estaba analizando la manera de romper la puerta de la caseta del vigilante sin herirme, y hacer el menor estropicio posible, se hizo la luz.
Detrás de la caseta había una valla, de unos tres metros, que comunicaba con los ascensores. Ofuscado por el momento, me descalcé de las inútiles sandalias y conseguí trepar y saltar ese obstaculo.
A partir de allí todo fue normal, un ascensor, un timbre, un mando para un parking, un ascensor un timbre,... y a casa.
Las malas lenguas dicen que debiamos ir borrachos para acabar en semejante situación. Yo digo que un sistema de seguridad donde toda puerta queda bloqueada no debería estar al alcance de azafatas dormidas. Seguro que nunca fueron al mítico Lluis Sitjar, donde nos repetían constantemente en la puerta...Salir si, entrar no.
3 comentarios:
Una verdadera odisea. Pero me intriga saber dónde estaba el vigilante y ¿qué hacía? Ya se sabe que corren historias de lo más turbias sobre los vigilantes nocturnos, que cuando era más joven (que miedo da decir esto) solía oír en las pesadas noches en 'Hablar por hablar'. Debes investigarlo. Por la seguridad de todos.
Supongo que tus ocupaciones laborales y lúdicas te tienen distraído del blog; quiero suponer que no estás atrapado en otro garaje. Con todo, tus lectores te reclamamos, son más los que lo hacen aunque sólo uno el que lo diga. Un fuerte abrazo, nos vemos pronto.
Pablo.
Tienes razón, he tenido olvidado el blog durante unos días. Los motivos van desde una ligera fiebre, a una carga laboral considerable.
Te aseguro que por primera vez tenido un sentimiento de culpabilidad, y de faltar a mis incondicionales. Aunque no he dejado de leer el tuyo.
Por suerte no he vuelto a entrar en ningún parking.
Ya sabes que te quedaste con gran parte de los genes familiares de la fuerza de voluntad, además de los de la altura.
Espero verte pronto.
un abrazo
Eduardo
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