martes, 15 de agosto de 2006

Invierno


MI PERSONAJE HISTÓRICO
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( 4ª PARTE – Invierno )

ANTONIO MACHADO


Pasan los años, se consiguen o no nuestros anhelos, deseos o esperanzas. Cambian nuestros gustos tanto corporales como espirituales. Ha pasado la niñez, la juventud y la madurez, llegándonos la vejez. Como sea que todas las cosas cambian, . . . . . “mi personaje histórico”, . . . . también varió. Ya no se trata de “un valiente y valeroso caudillo guerrero”, ni tampoco “un inteligente, esforzado y decidido rey conquistador”, ni siquiera “un genial, audaz y ambicioso general”. Ahora, ya no les envidio, y nunca quisiera haber sido un personaje brillante y vencedor, sino más bien una buena persona, trabajadora, afable, amigo de mis amigos, honrado y cabal. Por ello, después de haber pensado en muchos, grandes e inteligentes personajes de la historia, comparando sus vidas, sus trabajos, sus esfuerzos y sus momentos gloriosos, mi ideal se centra en otro tipo de persona.

Por ello, en estos momentos me admira la vida que tuvo ANTONIO MACHADO.

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Antonio Machado nació en Sevilla en el año 1875 y se le considera uno de los mejores poetas españoles del siglo XX. Formó parte de la generación del 98 y como muchos escritores de aquella España periférica, se enamoró de Castilla y de sus tierras, igual como el gallego Ramón Maria del Valle-Inclán, los vascos Miguel de Unamuno y Pio Baroja, y el levantino José Martínez Ruiz, “que firmaba sus obras con el seudónimo de Azorín”.

Tuvo una vida humilde, sencilla y trabajadora. Su poesía no tiene la ampulosa retórica de otros escritores que se consideraban ....”divinos” ... , sino que recuerda las tierras pobres y nobles de los campos sorianos, lugar donde vivió algunos años dando clases en el Instituto de Soria. Sus personajes poéticos, son “la gente llana y lisa que trabaja y se esfuerza para mantener a su familia” sin afán de lucro, y que disfruta alrededor de sus seres queridos, riendo sus alegrías y llorando sus penas. Como dice uno de sus poemas, . . . . . . .

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan . . . .

Machado fue libre, en sus ideales y en sus vivencias. Ser libre no es hacer lo que se quiere, lo que a uno le da la gana, sino al contrario, querer lo que se es, lo que desde el fondo se desea, y se hace lo que hay que hacer.

Ya mayor, por sus ideales republicanos, en el año 1939, cuando la retirada de las tropas de la República en el mes de Enero de aquel año, abandonaron Cataluña para pasar al sur de Francia, MACHADO, - en compañía de su madre ya vieja, - atravesó los Pirineos y al cabo de algunos meses murió en Francia.

Presento a continuación, parte de una poesía de Antonio Machado, a la que ha puesto música un conocido canta-autor catalán. Dice así :


“ HE ANADADO MUCHOS CAMINOS ”
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He andado muchos caminos

He abierto muchas veredas ;

he navegado en cien mares,

y atracado en cien riberas.


En todas partes he visto

caravanas de tristeza,

soberbios y melancólicos

borrachos de sombra negra,


y pedantones al paño

que miran, callan y piensan,

que saben, porque no beben

el vino de las tabernas.


Mala gente que camina

y va apestando la tierra . . . .

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Y en todas partes he visto

gentes que danzan o juegan,

cuando pueden, y laboran

sus cuatro palmos de tierra.


Nunca, si llegan a un sitio,

preguntan a donde llegan.

Cuando caminan, cabalgan

a lomos de mula vieja,


y no conocen la prisa

ni aun en los días de fiesta.

Donde hay vino, beben vino ;

donde no hay vino, agua fresca.


Son buenas gentes que viven,

laboran, pasan y sueñan,

y en un día como tantos

descansan bajo la tierra.


Verso cantado por JUAN MANUEL SERRAT


Autor : ANTONIO MACHADO.




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Antonio Machado era sevillano, pero su nombre está unido inseparablemente a Soria, y por tanto a Castilla.

Fue Catedrático de Instituto, de francés, (de lenguas vivas como él decía), aunque en el fondo su pasión se centró en la poesía, y se le considera como el mejor poeta español del siglo XX.

Al leerlo revivimos con él la desesperación, la melancolía, el recuerdo, la presencia de esas “tierras tan pobres que tienen alma”, los largos ríos, los álamos del amor y los caminos polvorientos.

Murió en Colliure, (Rossellón), en el sur de Francia, junto al Mediterráneo, en 1939, lugar donde se exiló por sus ideales republicanos, al final de la guerra civil española, - junto con su madre – en los primeros meses del citado año 1939.

¡ Descanse en Paz !




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Albert Gené Salvadó
Alforja, abril de 2005.

4 comentarios:

Pablo Baquero Sánchez dijo...

Estos textos en casa nos resultan muy familiares, Albert se los envió a Pelayo como experto en la materia. Son entrañables. Recuerdo un resumen por escrito, que hizo de unos días en Riolago en él, despuntaba una fina ironía. Lo que sí puedo adverar es que su franqueza le ha sucedido y es virtud no fácil de encontrar. Un fuerte abrazo.

Compartíamos nuestra pasión por Napoleón que yo renuevo constantemente.

Anónimo dijo...

Yo recuerdo especialmente una charla que mantuvimos en las bodas de oro de Juan y Pasión. Hablábamos sobre la obligación de ser felices o algo por el estilo. Lo pasé muy bien.
No sé si te acuerdas, había otro señor pero no abría la boca. Los tres formábamos un grupúsculo dentro de la conversación general.

Es verdad que me envió los textos, pero dudo que fuese como experto en la materia, de vez en cuando me dedicaba alguna pulla :)

Edu dijo...

Si, lo recuerdo. Mi madre superó el cabreo de ver como siendo la matriarca de los Baquero, era desterrada a una mesa de rango inferior en el escalafón, al ver que todos los primos nos lo pasabamos bien y nos lanzabamos a charlar, beber y cachondearnos de varios de los peculiares momentos vividos aquel día. Pablo, te lo perdiste.

Anónimo dijo...

Como ves, Edu, sigo visitando tu blog, y la visita de hoy me ha deparado la grata sorpresa de volver a leer a Albert, quien para mí seguirá siendo Albert d'Alforja, tal como firmaba sus cartas, y el hombre risueño de esa foto que me ha encantado contemplar.

Esta vez he sido yo quien se ha emocionado: es el primer verano, desde que vivo aquí (y ya va para los seis años, cómo pasa el tiempo...), en que no me encontraré a Albert leyendo el periódico a la sombra del plátano del jardín, ni podré hablar con él sobre lo divino, lo humano o lo que ni siquiera puede etiquetarse. Imposible no acordarse de él y, aunque fuera posible, no querría olvidarle.

He disfrutado leyendo sus textos, que llevan, sin duda alguna, su sello, pero el que me ha conmovido de un modo muy especial es el dedicado a don Antonio, uno de mis poetas favoritos y no solo por lo que escribió, sino por lo que su persona representa.

¿Recuerdas, Edu, cómo definí a tu padre en el mensaje que envié para estrenarme con tu blog? Decía entonces que Albert había sido, "fundamentalmente, como habría dicho Machado, un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno".

No sabía que a Albert le gustara Machado, aunque tampoco me extraña lo más mínimo, pero lo que me resulta curioso, por decirlo de alguna manera, es que cuando pienso en él, de un modo casi automático recuerdo el poema en el que Antonio Machado hace su propio retrato, uno de mis favoritos y con el que me identifico bastante.

Os invito a leer ese poema de otro modo: viendo en él no solo a don Antonio, sino también a uno de sus admiradores, Albert d'Alforja, que, no sé si consciente o inconscientemente, era un personaje encantadoramente machadiano.


RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.


Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido

—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,

más recibí la flecha que me asignó Cupido,

y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética,

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.


Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente, entre las voces, una.


¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera

mi verso, como deja el capitán su espada:

famosa por la mano viril que la blandiera,

no por el docto oficio del forjador preciada.


Converso con el hombre que siempre va conmigo

—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;

mi soliloquio es plática con ese buen amigo

que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último vïaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.

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Gracias por compartir esos textos, Edu, y lamento que al final nos viéramos tan poco por estas tierras, pero tampoco quería interferir en tu tarea de anfitrión perpetuo.

Besos.

María-Fernanda


P. S.: Por cierto, las fiestas de la Salud me dejaron la ídem pelín tocada, pero volví entera (creo). Más complicado fue terminar al día siguiente el trabajo que tenía que entregar sin falta... De todos modos, me lo pasé estupendamente antes de que me atacara el sueño que por poco me deja frita. Da recuerdos de mi parte a tus invitadas: fue un placer conocerlas.