La definición actual de charnego es; "inmigrante de una región española de habla no catalana".
La segunda corriente migratoria vinculada a ese despectivo adjetivo estuvo principalmente compuesta por gallegos, andaluces y extremeños, y ellos mismos fueron los principales destinatarios, ya que curiosamente navarros, vascos y asturianos no eran incluidos en la "casta" charnega. Se supone porque sus ricas regiones no generaban tanta inmigración.
Con el pasar de los tiempos, la apertura de mentes, la televisión, las facilidades para viajar, y sobretodo la creciente mezcla cultural y social, ese adjetivo ha ido perdiendo todo su peso, y practicamente se ha dejado de usar como palabra despectiva. Pero no, no se ha acabado el sectarismo. Ahora hemos recuperado unos clásicos de nuestra historia, el Moro y el Sudaca.
Hoy he recibido en casa un tríptico titulado " Per què Montilla?" y firmado por Pasqual Maragall, en el que Copito Maragall ensalza la figura del candidato, raro, raro, raro.
Muchos españoles supieron de la existencia de la palabra charnego al oir que el Ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, encuadraba a Montilla, Ministro de Industria, Comercio y Turismo, en esa clase social.
El Sr. Sevilla no era muy optimista, y supongo que lo seguirá siendo. Desconfiaba de la madurez de Cataluña para elegir a Pepe Montilla como "President de la Generalitat".
A mi también me cuesta creerlo, intento imaginar como resonarían los altavoces del Camp Nou o del Estadio Lluis Companys anunciando la presencia de..."el Molt Honorable Sr. Pepe, o José, Montilla" y a primeras me suena extraño. No me imagino que el nombre del Presidente de la Generalitat esté falto de letras inpronunciables para los castellanoparlantes como la "j" de Pujol, o la "ll" de Maragall. Pero por lo demás, no veo cual es el problema.
Mi padre catalán y mi madre asturiana, charnega con orgullo, y mi hermana se fueron a Mallorca en 1962-3.
En la Mallorca de los años 60, ser catalán no era sinónimo de forastero. Una frontera imaginaria diferenciaba a los pueblos de la penísnula. Una vez más la peor parte para andaluces y extremeños. En la Mallorca del año 2006 ser catalán no está muy bien visto. Cosas de la transición y del "centrismo" de algunos partidos políticos.
Al revés que mi padre, abandoné Mallorca para estudiar y trabajar en Barcelona. Ahora me encuentro viviendo en la Catalunya, en la que un señor nacido en Córdoba hace 51 años, y de izquierdas, se presenta a las elecciones autonómicas.
Aquí, mi condición de mallorquín siempre ha despertado muchas simpatías entre mis compañeros de Universidad, y de trabajo. Al informarle de este hecho, el catalán, suele responder con un cariñoso "¡¡¡¡de ses illes!!!". (Esta exclamación siempre me ha parecido que literalmente excluye a las Islas Canarias del conjunto de islas españolas, y deja a las Baleares en una posición solitaria.)
Estoy apunto de cumplir mi decimotercer año residiendo en Barcelona. Puff!!! que mal rollito, todavía suena peor si digo que ya llevo más años trabajando en Barcelona, que estudiando... y eso que me lo tomé con calma. Pero volvamos al tema que nos concierne.
De nuevo tengo una sensación extraña. Que raro se puede llegar a sentir uno siendo de izquierdas en comunidades autonomas con "identidad nacional". Me gustaría dejar de ser tachado de facha por los nacionalistas catalanes y de rojo-separatista por los nacionalistas españoles.
La opción Montilla puede ser un revulsivo para los que acabamos cansados de nación, selecciones de hockey, Unesco, y demás cosas ni urgentes, ni importantes (según clasificación de tareas de mi jefe). En otras palabras, puede movilizar mucho voto charnego. Aunque el PSC es capaz de todo.